Durante nuestra vida pasamos un tercio de nuestra existencia durmiendo.
Este tiempo es una inversión importante considerando la influencia que tiene el descanso en nuestro día.
Aquí entonces se convierte la calidad de la cama y del colchón en el que dormimos es importante!
Nuestro organismo responde bien a las normas, tener constancia y equilibrio en las horas de descanso nocturno favorece nuestro biorritmo.
Antes de ir a dormir es mejor airear la habitación. De este modo refrescaremos el aire y nos aseguraremos niveles de humedad adecuados.
El descanso que el cuerpo necesita es directamente proporcional a nuestro estilo de vida; una vida demasiado sedentaria no favorece el sueño.
Algunas esencias como la lavanda, mandarina, naranja ayudan a relajar la mente y relajar el sistema nervioso, contrarrestando naturalmente el insomnio.
Es necesario que la luz y el movimiento del día se alternen con la oscuridad y el estatismo de la noche para que nuestro cuerpo produzca melatonina, la hormona del sueño.
La temperatura ideal para el dormitorio se encuentra en torno a los 18°C. Dormir con calor no es saludable.
Algunos alimentos poco digeribles pueden perturbar nuestro sueño.
A meditación, el estiramiento y la respiración nos ayudan a tener buenos sueños.
A muchos no nos gusta la oscuridad, sobre todo a los niños. Aunque algunos afirmemos que no es perturbadora, la luz influye en la calidad de nuestro descanso. Es importante que la habitación esté suficientemente oscura cuando descansamos.
Si tenemos la costumbre de cenar pronto e ir a la cama tarde, un tentempié es ideal para un reequilibrio hormonal de proteínas que inducen a producir melatonina y serotonina.
Al mudarnos deberíamos elegir como dormitorio la habitación más silenciosa de la casa. El silencio ayuda a relajarse y a coger el sueño.
El agua templada y el uso de sales y aceites de baño favorecen un mejor descanso.
Es estimulante, y el cerebro necesitará más tiempo para relajar el sistema.
Dormir es tan importante para nuestro cuerpo como alimentarse o saciar la sed.
El sueño es fundamental para la salud, el crecimiento, correctas funciones fisiológicas y el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario.
La falta de suficiente descanso produce efectos negativos en la concentración, la capacidad de decisión y la eficiencia.
Cada uno de nosotros, por rango de edad y actividades diarias, necesita una cantidad de sueño personal que varía por diversos factores, como la edad y las actividades diarias pero también en función de los estados emocionales por los que atravesamos.
En momentos de tensión emocional, por ejemplo, necesitamos más sueño, al igual que en los momentos físicos delicados, como la enfermedad, la rehabilitación o el embarazo en mujeres.